La Iglesia de la Residencia de Bilbao acogió la conferencia de Adviento de Francisco José Ruiz Pérez SJ, una propuesta que invitó a mirar el tiempo litúrgico desde las tensiones y esperanzas del mundo actual. Comenzó reconociendo que justicia, paz y esperanza parecen hoy difíciles de reconciliar ante la fragmentación social y política, los liderazgos de la fuerza y la desconfianza creciente. Sin embargo, señaló que el Adviento es precisamente ocasión para volver a preguntarnos cómo pueden reencontrarse estos tres pilares y qué actitudes permiten abrir caminos en medio de un escenario que a menudo resulta áspero y desalentador.
Situó el Adviento como un tiempo oportuno para cultivar dos actitudes fundamentales: aceptar que vivimos una época de transición y reconocernos situados en una frontera cultural y espiritual. En este marco, recordó que el cristianismo está acostumbrado a cruzar contrastes, a leer el mundo como realidad en gestación y a descubrir en sus tensiones posibilidades de alumbramiento. “Amemos nuestro presente para poder transformarlo”, invitó, subrayando que la espiritualidad cristiana no teme la complejidad, sino que la interpreta como terreno fértil para la esperanza.
Ofreció también cuatro claves ignacianas para caminar el Adviento: contemplar el mundo como una realidad abierta donde Dios actúa, creer discerniendo en un contexto complejo, profundizar mediante el examen como práctica de lectura espiritual de la vida cotidiana y promover un modo nuevo de comunicar desde la conversación espiritual. Estas intuiciones —señaló— permiten pasar de la superficialidad a la profundidad, de la fragmentación a la síntesis y del bloqueo a la posibilidad de futuro. El discernimiento personal y comunitario, vivido como ejercicio de escucha del Espíritu, aparece así como una herramienta imprescindible para leer este tiempo y para orientar la misión de la Iglesia.
En su conclusión, Francisco José Ruiz Pérez SJ recordó las palabras del salmo: “La misericordia y la verdad se encuentran, la justicia y la paz se besan”, insistiendo en que ese encuentro es posible gracias a la esperanza, que dignifica la justicia y da oxígeno a la paz. Animó a vivir el Adviento con la convicción de que todo está en transición y que la tarea cristiana consiste en favorecer esa transformación desde la fe, el discernimiento y la comunicación del bien recibido. “Feliz Adviento”, concluyó, invitando a la comunidad a renovar su mirada sobre el mundo y a dejarse guiar por el Espíritu en este tiempo de espera activa.






